martes, 20 de abril de 2010

Fotogravida

Este blog se llama “Plasmando mi vida en 35mm”. A primera vista, es un blog de fotografía que en realidad nunca ha sido tal. Nunca he mencionado una técnica, un aparato, un artista o un modelo de cámara. Pero puede que sí sea en cierto modo un blog de fotografía. Me explico: cada entrada del mismo, es para mí como una foto de algo que me ha sucedido. Cuando veo una fotografía, la leo igual que leo un libro, y cuando la hago, es como si escribiera una historia, al igual que hago aquí. Mis fotografías no se distinguen tanto de mis historias, de mis comeduras de coco, de aquello que quiero contar. Y no es algo que haya deseado, es algo que he acabado descubriendo con el tiempo. Pensaba (muy al principio), que la fotografía buena era aquella que reflejaba una metáfora entendible por todos, que a todos arrancaba una sonrisa (o una lágrima, vaya) y que se ajustaba a lo que es una “buena fotografía”. Intentaba hacer eso, y claro, cómo no, fallaba. Fallaba porque no me creía lo que estaba haciendo, porque veía una imagen y pensaba “sí, esto va a gustar” y no “sí, esto me gusta”.
Ahora me olvido de todo eso. No quiero hacer buenas fotos. No quiero que la gente contemple mi obra con la boca abierta y se eche a mis pies. Lo que busco más bien es que una persona que nunca se haya topado conmigo, entre en la página donde tengo colgadas mis fotos, vea una y diga: “vaya, aquí estaba cabreado de verdad”; “anda, aquí sólo estaba experimentando con la doble exposición”; o “cómo se nota que aquí se estaba aburriendo y lo único que tenía a mano era la cámara”. Quiero contar cosas, no cosas importantes que vayan a cambiar el mundo, ni injusticias sociales, ni nada de esos temas tan gastados en la fotografía. Quiero contar mis cosas. Que sean entendidas o no, eso no me importa, porque lo cierto, es que no busco contárselo a nadie. Quiero contármelo a mí mismo. Sólo quiero hacer fotos, para mí, porque hacer fotos me relaja. Parece que el click del disparador tuviera una suerte de efecto positivo sobre mi espíritu. A cada nueva foto, algo que ronda en mí, sea bueno o malo, se imprime en la película (o en la pantalla, si no hay más remedio) y parece que quedara allí encerrado, esperando ansioso a poder salir.

Una vez, mientras hablábamos de fotografía, y lo que significaba para cada uno, una pequeña gran persona me dijo: “Es algo que no puede explicarse con palabras. Por eso es fotografía”.


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sábado, 3 de abril de 2010

Lo que comen los perros

No es culpa de nadie. Ni siquiera tuya. O quizá sí, pero ni me lo voy a plantear. Lo cierto es que, al igual que el Sol aparece por el horizonte cada mañana, hay gente que sobra. Gente que molesta. Gente que ofende. Y, ¿sabes una cosa? Tú eres uno de ellos. Sí, ya, palabras duras y todo lo que tú quieras. Es a lo que te arriesgabas. Yo tampoco me lo paso bien, ¿sabes? y mucho menos con ésta situación, pero es lo que hay. ¿Arrepentimiento por lo que digo? No. Sé que nunca leerás esto. Y si lo haces... tampoco lo sentiría, la verdad. Ah, y otra cosa: no me gustas, y no fingiré lo contrario.
La decisión es tuya. Puedo ser un sueño pasajero... o tu peor pesadilla


...deja que muera... que arda hasta los cimientos... y harás bien.